En una isla de Filipinas por la pobreza hay un grupo de habitantes que usan un cementerio del norte para vivir, se deshacen de los huesos que tienen las tumbas y utilizan el espacio para construir sus propias viviendas.
Las mujeres lavan la ropa entre los mausoleos, los ancianos juegan a las cartas o las peleas de gallos entretienen a la gente, dicen que pese a no ofrecer unas condiciones muy dignas, al menos sí les proporciona algo de seguridad, aunque haya que convivir con la suciedad, la basura y la muerte.
En este mundo no hay lugar para los muertos , los vivos toman poseción de él.
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